A l'esquerra, Marta Pazos, a la dreta, Natalia Barraza, al café del Teatre Lliure de Gràcia.     

Hace un día soleado y saldré por el jardín

Entrevista a Marta Pazos

por Natalia Barraza


Viaje a la Luna es una coproducción entre el Institut del Teatre y el Teatre Lliure. La obra se basa en el único guión de cine de Federico García Lorca escrito en 1929 durante su estancia en Nueva York, compuesto por 71 cuadros o escenas concatenadas en un código de imágenes irónicas y surreales. Marta Pazos es la directora invitada en esta ocasión para llevar a cabo la puesta en escena del espectáculo anual junto al Proyecto IT Teatre. Es una obra cargada de erotismo y humor absurdo que Marta ha orquestado con la estética que le caracteriza a modo de cabaret contemporáneo. Danza, voz, piano, máscaras, una escenografía y luces impecables de la mano de Cube.bz que evocaban constantemente el “fuera de campo” o lo “extra escena” dejando claro que su mundo no empieza ni acaba en lo que nos dejaban ver. Destaca también un desfile de vestuarios impresionantes de Alejandra Lorenzo y un trabajo muy preciso de movimiento guiado por Amaranta Velarde, jugando desde la provocación para aproximarnos a la particular forma de entender el universo Lorquiano de parte de la directora. Después del estreno tuve la oportunidad de encontrarme con ella en la cafetería del mismo teatro, una tarde de febrero durante el último día de su estancia en Barcelona. Le propongo no tanto una entrevista formal sobre la obra sino una charla desde la reflexión a partir de su mirada y experiencia en el teatro. Actualmente Marta Pazos y su compañía Voadora son un referente en las artes escénicas contemporáneas en España y Francia. Nos concentramos en los minutos destinados a hablar de su trayectoria y de la creación. 

Fotografies de Sílvia Poch. Per veure-les a tota pantalla, clicar sobre la imatge.   

¿Cual ha sido el antes y después para Marta como artista, dónde ubicas el cambio radical que haya marcado tu trayectoria?


Es curioso porque lo recibo como una pregunta que busca un twist y cuanto más pienso sobre esto, que antes sí que lo consideraba como una posible decisión, más considero que es totalmente procesual. Creo que es el resultado del primer concurso de pintura que gané con 6 años. Fue allí donde hice un clic, donde percibí que algo que yo había hecho en un papel y que reflejaba mi forma de entender el mundo en ese momento, me hizo ganar un cubo y una pala y que además la gente que estaba a mi alrededor se ponía muy contenta por ello. Recuerdo la sensación en el cuerpo de mucha felicidad y de conexión con los otros a través de algo que yo tenía. Y es esto lo que luego se ha ido transformando en otras cosas. Primero la pintura, porque era lo que tenía mas cercano y la forma de expresión con la que contaba. Luego vine a estudiar Bellas Artes a Barcelona, que es una ciudad que me ha marcado muchísimo, y entonces me empiezan a pasar cosas que me hacen estar mucho más consciente de la magia y la sincronicidad, donde estas percepciones que yo sentía desde niña se hacen nuevamente latentes. Por esto me empiezo a colocar o situar en mi misma para que estas cosas mágicas me lleguen y me doy cuenta de que mi trayectoria artística me ha dado la habilidad de soltar y abrazar, dejar espacio para que llegue lo nuevo. En cambio, sí que hay un momento clave en el que yo decido dejar la pintura para dedicarme, para abrazar el teatro. Eso sí que fue radical.


¿Hubo algún detonante o algo escénico revelador para dar este paso?


En realidad fue a partir del estudio de la performance. Estaba haciendo un trabajo en el final de mi carrera donde cuestionaba el límite entre la verdad y la ficción en la performance. Me preguntaba si en una performance, por ejemplo en la galería Metrónom de Carles Santos, importaba si, para clavarse la mano en el piano, el performer lleva la mano dormida o no? ¿Importa si es un fake o no?… O el dolor y la realidad están jugando en esa frontera con el espectador? Es eso lo que yo procuro en mi trabajo y ya estaba allí puesta mi curiosidad. Esto hizo que yo me acercara al teatro a partir de una sincronicidad absolutamente junguiana. Mira, estaba en la facultad, en la zona universitaria y decidí volver a casa por una salida diferente a la habitual, pensé, hace un día soleado y saldré por el jardín, una vez fuera recogí un papel del suelo y resulta que era un flyer de un taller de teatro digital sobre Macbeth de la Fura dels Baus para el festival Temporada Alta donde decía que estaban buscando artistas plásticos, bailarines, músicos… yo ya los había visto en el Mercat de les Flors y me interesaba lo que hacían ya que estaba en la línea de lo que yo investigaba. Me apunté pensando simplemente en que esa experiencia era un laboratorio para mi, por lo que ésa fue la primera vez que me subí a un escenario. 

Wow! ¿Eso es como una experiencia iniciática?


Digamos que sí, que fue una experiencia casi mística que ha marcado mi vida y mi trayectoria. Aprendí a mirar no a dónde está el foco sino a mirar a lo pequeño, a lo difuminado, no abrazar la literalidad sino conectar con lo invisible, con lo psíquico. Ahora mismo, después de muchos años, estoy en un momento en que conecto con la vulnerabilidad y con el caos, esperando que me llegue la información por otras vías.


Irme despojando, poner el cuerpo conscientemente para que acontezca lo inesperado. Esto es divertido pero estresante para mí porque también me sale lo de querer controlarlo todo, todas las pinceladas del cuadro, pero estoy descubriendo que es mucho más interesante, mucho más rico e imperfecto, vivo y conectado con la vida, con el binomio entre la realidad y la ficción, lo íntimo y lo público… Después de esta experiencia, seguí pintando durante tres años pero coqueteando con el teatro. Y en un momento decidí que no, que me concentraría en mi arte, en la pintura, que volvería a mi estudio en Galicia. Allí estuve todo el verano pintando para sacar una colección y, claro, de repente vi mi obra y descubrí que estaba haciendo bocetos de escenas teatrales, donde trabajaba desde la descontextualización de imágenes de otros cuadros, sobretodo del renacimiento, que me llevaban a escenas que luego veo en mi trabajo escénico.


Cierto, tu obra es tremendamente plástica, tiene en cuenta todo el tiempo la composición, la luz, la perspectiva desde un punto de vista pictórico…


Si, por eso te digo, no hay un momento inicial, en mi obra el tiempo no es lineal, es circular, donde vuelvo a pasar por los mismo temas y situaciones aunque tenga y cuente con herramientas diferentes, investigo siempre sobre las mismas cosas.


Crees que dentro de este abanico que te ofrece esta permeabilidad de la que hablas que tienes en tu trabajo, hay algo que jamás hubieras imaginado dentro del terreno de lo escénico?


Sí, claro, trabajo y busco lo inesperado, la sorpresa, eso es lo que quiero en la vida y en el arte, para mi esto es el pez dorado, es lo que trae la pulsión de la vida. No sabes lo que te va a pasar mañana, puede que esté escrito pero hay algo que no sabes y que no seas consciente de eso es lo que le da sentido. Esa es la conexión que me interesa, y aunque yo trabaje con la fantasía, estudio y quiero algo muy conectado con la vida. Por eso hablo de la imperfección y del caos.

Es paradójico, porque al conocer un poco tu obra, veo una línea tan coherente y pulcra en tu trabajo que me pregunto en qué momento juegas con este caos que mencionas. Se me cruzan los conceptos de permeable con impermeable, porque veo una estética muy clara y equilibrada donde no acabo de encontrar el espacio para la imperfección en tu puesta en escena. ¿Hay contrastes en la curva de tu camino como creadora donde hayas encontrado divergencias en los códigos que de verdad te confronten con lo que tú o los demás esperan de Marta Pazos?


Si, iba a decir que quizás esto es un conflicto interno pero no, en realidad es gasolina. Creo que esto es una dicotomía con la que convivo y es muy bonito que lo menciones, porque, al final, acabo siempre ordenando el caos. Es importante para mí ser un vehículo, no quiero que te pierdas y aunque procuro que como artista te agites en mi obra, no te quiero dejar sola. Yo trabajo con las puntas de iceberg, yo dejo espacio para que los demás creen en mi obra, no lo cuento todo, no impongo lo que yo pienso sobre el mundo, yo lo comparto, como lo vivo, como lo padezco, como lo gozo, pero sí, necesito ordenarlo, de una forma plástica, necesito hacerlo a través de la imagen y a veces me preguntan: “¿Cómo puedes producir imágenes que se quedan tanto tiempo en la cabeza de tus espectadores?” Yo no sé cómo lo hago, no sabía que tengo esa cualidad, yo simplemente lo hago, es exactamente igual a cuando estaba en el estudio: pintaba y pintaba, como un vómito lorquiano, como, como, como y me nutro de la vida, del amor y desamor, de todo lo que me pasa y luego vomito, a través de colores y formas.


Quizás esto es el resultado y después sí, siempre les digo a mis actores y equipos: hay dos tipos de dramaturgia, la del espectáculo y la de la vida. Para mí eso es capital en el trabajo: el misterio que tenemos que resolver en cada uno de los espectáculo, que te ayuda a resolver y tomar decisiones. Yo creo que el gran don que tengo es la intuición y la conexión, que a veces no entiendo pero que escucho y que realmente me da señales físicas para ello. Es muy importante para mi como directora en el siglo XXI poner esto sobre la mesa, estas herramientas están conectadas con lo femenino, con la tradición de mi cultura, con la magia, hacer de la intuición una masvalía, no solo funcionar desde lo intelectual, porque también hay una base teórica en esto, y me interesa y lo estudio, así conecto con la esencia del establecimiento de esta percepción para nutrirme y tomar decisiones.


Estudio que también aplicas a las obras que diriges, indagando en la vida del autor, por ejemplo en este caso el contexto y momento en el que Lorca escribe la obra...


Si, estudio sobre todo cuando me relaciono con autores del pasado intento entender y conectar con la esencia de la obra y no tanto imponer mi forma por encima de la del autor. Establecer conexiones entre artistas, aunque sean de diferentes ámbitos. O sea, no solo conmigo misma y el autor, sino con el equipo de gente con la que trabajo, con quienes coinciden conmigo en esta aventura. Esta es una de las motivaciones y nutriciones que me interesaba para dejar la pintura y el taller y por la que quise transformar mi pintura en escena. Había algo en mi en la soledad del taller que sentía que me hacía perderme el trabajo en equipo, sentía que me perdía el construir entre todas.


Ahora que lo dices, tú, como entidad gregaria que eres, cabe mencionar que tienes un equipo cercano y fiel, casi familiar... ¿Es eso Voadora?


Si, esto es mi tesoro. Antes te decía que mi don es la intuición, y este es mi tesoro, el equipo, un sostén que funciona como una tela de araña, como una red. Evidentemente esto no lo hago yo sola. Llevamos juntos 14 años, nos hemos conocido en un momento donde ya llevábamos una cierta trayectoria cada uno y nos estábamos buscando para hacernos preguntas juntos, dar un paso más en nuestra voz como artistas: ¿quien soy yo? ¿tiene o no sentido lo que hago?

¿Siempre se ha llamado así?


Voadora es también un nombre que nace de la sincronicidad, tiene una historia interesante. Cuando tenia 20 años, la noche que conocí a mi compañero de vida, compré un libro de Ian Falconer que se llama Olivia salva el circo. Lo compré porque, estando en Barcelona, abrieron un bar en el Raval que también se llamaba “el Olivia”, un día ví la ilustración de la puerta, que la hizo Juanjo Sáez, y recuerdo que pasé cuando estaban instalando el cartel; cuando lo leí supe que así se llamaría mi hija. Compré el libro y el que es hoy mi compañero de vida me llamó esa noche y nos unimos. Un tiempo después él decidió dejar su país y mudarse aquí conmigo para hacer un proyecto juntos y con la voluntad de que yo dirigiera más, él vino con la intención de desarrollarse como artista, pero claramente para avanzar en esto juntos, y para esto pensamos que sólo con la presencia de un productor sería posible. Llamamos a José Díaz, porque Hugo me dijo que no podía ser un productor de teatro sino uno de cine, para que la visión fuera diferente, y él es a quien yo conocía de los cabarets y cortometrajes que había hecho hasta entonces. Así empezamos. José nos preguntó cómo se llamaba el proyecto y no le gustaban nada las opciones que teníamos, así que recordé el libro que tenía y fui a buscarlo, lo abrí a la mitad donde había un dibujo de Olivia dando un triple salto mortal, y solo había una frase a doble página: ésta es Olivia Voadora. Allí decidí: éste es el nombre de nuestra futura hija: Olivia, y este el de nuestra compañía: Voadora, que significa la que vuela.


¡Que cantidad de eventos mágicos contundentes!


Por eso, antes me preguntabas ¿dónde esta el twist? Pues son muchos, muy bellos e interconectados, que se reflejan todo el tiempo en lo artístico. Está unido, no hay diferencia y atañe al equipo, al sostén, la familia.


¿Cuales son tus filtros para decidir cuál será el siguiente proyecto? ¿Tienes ciertos parámetros para que decidas que vas por un lado o por otro a nivel artístico o esto responde también a una suma de casualidades?


Ha pasado de muchas formas y es que curiosamente han aparecido proyectos desde diferentes tipos de invitaciones, que pareciera que estratégicamente las hubiera elegido así, pero no. Ahora, como te digo, intento conectarme más con la intuición, pero sobretodo desde el inicio de esta carrera, me puse el reto de escoger cosas que no sé hacer. Como vengo de la pintura y no tengo una formación como directora de escena, pues cuando no se hacer algo, lo acepto como un desafío y lo elijo porque quiero aprender. Por ejemplo, si no sé nada de clásicos, pues lo elijo como siguiente proyecto. Y otro motor claro es el deseo. Así, tal cual.


Ahora que tu carrera se ve consolidada, es por lo tanto más pública, esto hace que tu trabajo cuente con otra visibilidad donde entidades como el Centro Dramático Nacional, o en este caso el Institut del Teatre, si te piden una dirección acuden a ti por tu “sello”, tu vocabulario escénico, tu manera de hacer… esto que has construido por un lado es una huella personal característica que te permite profundizar en lo que te gusta, pero por otro lado supongo que te hace responder a la maquinaria que te demanda a seguir con una sola manera de reafirmar tu estilo. ¿Como te sientes al respecto?


Sí, es así, pero siento que saben a quien buscan y que hay mucha inteligencia de parte de los organismos que me van llamando porque me han dado muchas “cartas blancas”. A veces preferiría que me dijeran lo que tengo que hacer, pero me dejan hacer, entendiendo qué hago y cómo desarrollo mi estilo. Cosas que a mí me van muy bien y que encajan. Se respeta mi manera no ortodoxa de trabajar, de tiempos especiales. Hago obras frágiles, sutiles y que necesitan un soporte particular.


Y sobre estos tiempos especiales de los que hablas, ¿hay unos mínimos imprescindibles que consideres que necesita tu trabajo para ser llevado a cabo?


El tiempo es un gran tema en mis trabajos y lo considero muy divertido, yo creo que no hay que jerarquizar el tiempo. No por que tengas mucho tiempo vas a hacer una obra mejor, lo importante es cómo gestionas este tiempo. No se pone el reloj a cero cuando empiezas a trabajar. Cuando percibo que mi vida es mi obra, y esto es total, no son diferentes producciones lo que voy haciendo, entiendo que puedo hacer un montaje en un tiempo muy breve porque todo lo que hago quizás lleva cociéndose 5 años, es materia ya estudiada en la que confío. Si yo respeto el tiempo, el tiempo me respeta a mí. Es ir contra los tiempos de vértigo en que vivimos, hay algo ya cultivado en la experiencia.

Respecto a la obra Viaje a la Luna hay muchas cosas que podríamos comentar, pero ya que se nos acaba el tiempo te haré una última pregunta general y luego demos al menos una pincelada sobre la obra. ¿De qué otras materias te nutres? ¿Hay géneros que aún no hayas abordado que te apetezca probar?


Por un lado, estoy muy interesada en la neurociencia, y por otro creo que últimamente se me han cumplido muchas de las cosas que he pedido al soplar las velas, pero si tengo que pedir un deseo ahora creo que me gustaría hacer un musical clásico, o sea, clásico de verdad, pero con el tipo de gramática escénica con que cuento.


Y respecto al tiempo de proceso de creación… ¿ como fue el de Viaje a la Luna?


Para Viaje a la Luna empezamos con los castings en septiembre, en octubre yo estaba con otros proyectos así que lo hemos ido haciendo por fases. Pero creo que esto ha ido a favor, yo trabajo de manera muy intensa, así que el tema de los confinamientos y pausas forzadas han hecho que madure el proceso y me ha venido bien para que repose. Al final han sido cuatro meses. Desde enero sí que no hemos parado hasta el estreno.


¿Que tal la relación entre el lenguaje cinematográfico que plantea el guión y la puesta en escena?


Me parece interesante trabajar desde la ortodoxia. Cuando trabajo con textos clásicos lo que quiero es encontrar la vanguardia en ellos. Este texto es muy vanguardista y he respetado rigurosamente todas las imágenes que allí aparecen, y el reto era no utilizar el vídeo o audiovisual pero sí referirnos a Meliés, a platós de cine, a cabaret…


¿De que manera esta obra que ya ha sido dada a luz se puede anclar a lo que está pasando? Si el espectador sale después de la experiencia vital de 90 minutos de obra con esta carga tan erótica y potente de imágenes que se van concatenando de manera surreal…¿cómo se inserta ese universo con este otro que se encuentra en plena crisis paradigmática?


Siento que tiene un paralelismo enorme con la época en la que fue escrito. En 1929 los artistas y el mundo no sabían lo que iba a pasar o sólo sabían que nada iba a ser igual desde entonces. ¡Eso es lo que está pasando ahora! En su momento eso generó una revolución y explosión en el arte, que es lo que está pasando o podría pasar ahora, lo que hace esa agitación de afuera, es que te conectes otra vez contigo, te dejes de pamplinas y del peso de la tradición, que coloques las cosas en su sitio, que confíes en lo que tienes en la mochila, que corras más riesgos ya que lo que hay fuera es inestabilidad pura. Entonces te permites estar en el aquí y el ahora, cosa que si estuvieras en un momento mas “seguro” no te permitirías. Por eso este momento es tan rico e interesante.


En ese sentido, ¿crees que fue compatible el proceso en forma y contenido en cuanto a lo que estaba pasando más allá del escenario?


Yo creo que como artistas no estamos en una burbuja sino interconectando el dentro y el fuera de la vida. Yo he visto la cara de mis intérpretes por primera vez hace cuatro días, esto es un impacto muy grande a la hora de crear, y a veces se nos olvida dónde estamos. En un proceso como éste, este tipo de cosas nos reubica en el presente.


En este momento vienen a avisarnos de la hora y a buscar a Marta para despedirse de la organización del Teatre Lliure. Se nos ha hecho corto, cortísimo, el tiempo de charla. Podríamos seguir hablando y compartiendo puntos de vista, debatiendo sobre la actualidad y las artes escénicas. Sin duda, me quedan preguntas en el tintero, pero para ambas no se acaba aquí el diálogo.


Agradezco a Marta Pazos su disponibilidad e interés y al equipo de prensa del Teatre Lliure la amabilidad y facilidad para organizar este encuentro.


Natalia Barraza

Barcelona, 5.2.2021

Fotografia de Marta Pazos de Sadurní Vergés

Viaje a la Luna. Guión cinematográfico: Federico García Lorca. Dramaturgia y dirección: Marta Pazos. Proyecto: IT Teatre. Intérpretes: Laia Alberch, Marc Domingo, Rut Girona, Cristina Martínez, Clara Mingueza, Mariona Rodríguez, Gal·la Sabaté y Paula Sunyer. Espacio escénico e iluminación: Cube.bz. Música original: Hugo Torres. Vestuario: Alejandra Lorenzo. Coreografía: Amaranta Velarde. Apoyo dramatúrgico: Montse Triola. Asesoramiento artístico: Voadora. Coordinadores IT Teatre: Joan Cusó y Ramon Simó. Ayudantes de dirección: Sadurní Vergés y Àlex Pereira. Asistente vestuario: Oriol Corral. Alumna en prácticas de atrezzo: Aroa Ortiz. Construcción de escenografía: Enric Margrau y Cube.bz. Coproducción: Teatre Lliure e Institut del Teatre de la Diputació de Barcelona.

Teatre Lliure, del 3.2.2021 al 14.2.2021.


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