TAL COMO AHORA SOY,
NO SOY UNA MUJER PARA TI
Gustav Klimt: Mäda Primavesi (1903–2000) (link)
(Reflexión de género a propósito de Ibsen) 
por Àngels Bassas

Henrik Ibsen decía que "La Belleza es un acuerdo entre el contenido y la forma". 

Cada vez que pienso en esta frase, encuentro nuevas vías de reflexión. 

Hoy, la que veo es de género, y sé que será controvertida: todavía hoy, en ocasiones, no se acepta que la mujer es también un acuerdo entre el contenido y la forma, y sigue siendo vista como una forma bella que, cuando se revela con cierto contenido... (llamadla... fuerte, independiente, inteligente, con carácter y, sobre todo, con cosas que decir), muchos hombres o bien intentan taparla, hacerle sombra, o silenciarla. O peor, acaban huyendo por piernas. 

La naturaleza cobarde prefiere huir o quedarse en una zona de confort. Y sólo los héroes y heroínas valientes, buscan algo mejor. 

La Nora de Casa de Muñecas sigue viva en muchas de nosotras. 

En una escena Nora le dice a su marido: "No me has entendido nunca. Te has portado conmigo de una manera muy injusta". 

Las mujeres después de Ibsen, de las sufragistas y de las luchas feministas del siglo XX, han dado el portazo necesario al machismo, que Nora da al final de la obra. Pero desgraciadamente muchos hombres de ahora aún no nos entienden... y quizá, sin darse cuenta, cierran la puerta al entendimiento, la comprensión mutua y la construcción de relaciones equilibradas e igualitarias. 

Y unos y otros... acabamos solos y solas, en la ya famosa sociedad líquida de la que habla Bauman, donde el amor ya no perdura y toda relación igualitaria, comprometida, constructiva o duradera, se rompe, diluye o se esfuma. 

Me diréis que esto no es verdad. Pero os puedo poner unos cuantos ejemplos de personas muy cualificadas. Cito Siri Hustvedt: "A fin de ser aceptadas, las mujeres deben compensar su ambición y su fuerza con amabilidad. No creo que las mujeres sean más amables por naturaleza que los hombres... y aunque las mujeres sean abiertas y directas, no siempre se las escucha". 

Nora le dice a su marido: "Nunca me has amado. Sencillamente te ha parecido encantador enamorarte de mí". 

En esta frase encuentro la inspiración para mi primer ejemplo de investigación que justifique la reflexión de género trasladada a la realidad actual, a propósito de Nora. 

Yo lo he sufrido y muchas grandes mujeres, amigas y profesionales de mi entorno, también (y cuidado: también incluyo algunos hombres sensibles que también lo padecen). 

Muchos hombres, o si queréis sacamos la etiqueta de género para ser justos y decimos simplemente personas, se enamoran de una mujer exitosa, guapa y lista. La quieren conseguir a toda costa. Juegan, como dice Nora, a enamorarse de ella. Pero muy pronto, cuando esta mujer se manifiesta como una persona con derecho a réplica, o cuando muestra una cierta dureza, o cuando no acepta o tolera determinadas cosas o comportamientos que recibe, o cuando tiene su propia voz u opinión, ellos se quedan , como dicen en un ring de combate de boxeo... "noqueados". Y, o bien no saben cómo reaccionar, o bien no saben cómo tratarla, o bien acaban huyendo bloqueados, aunque sea para pasar el resto de sus vidas lamentando haber perdido la oportunidad de tener a una gran mujer a su lado. 

He hablado de este tema con un amigo, psicólogo experimentado. Me cuenta que observa, tras más de 30 años de experiencia como terapeuta, que un cierto modelo de comportamiento machista sigue vigente. Que uno de los motivos que encuentra en el gran fracaso de las relaciones actuales es que, en la emancipación de la mujer en muchos aspectos, el hombre aún no ha reaccionado, va perdido, y sigue llevando inyectado en la sangre un ADN machista o intransigente, heredado de patrones culturales o sociales, que les acaba saliendo, tarde o temprano, aunque ellos no lo quieran. 

Sigue habiendo una clara tendencia a esperar que la mujer sea siempre suave, tierna y amorosa, y que nunca se dirija a ti con la fuerza o contundencia con la que ellos nos tienen acostumbrados. El hombre despliega toda la carta de posibilidades de hombre ideal cuando quiere seducir a una mujer, incluido vender el modelo de hombre que intuye lo que la mujer necesita: feminista, comprensivo o sensible. Pero, después, de la publicidad y venta a la realidad del producto una vez abierto... hay un abismo. Y siempre acaba apareciendo la sombra del modelo antiguo de una falsa protección de la debilidad femenina, en forma de superioridad laboral, económica o intelectual, que hace que se sientan mejor si ellas están por debajo, dependientes, y a poder ser, agradecidas. Y que cuando no es así, su ego laboral o su amor propio, no lo soporten. 

Cuando Helmer, el marido de Nora en la obra de teatro de Ibsen, la interrumpe, la invalida, la desmerece y la juzga, y se dirige a ella en términos como "ardillita" o "pequeña alondra" o cuando termina tildándola de que "no tiene sentido común" porque ella quiere llevar la iniciativa en algo... es como cuando un hombre en una discusión acalorada sobre algún tema, me dice "cariño" mientras al mismo tiempo invalida mi opinión como si no fuera útil o yo no supiera de qué va. 

Y aquí entra mi segundo ejemplo actual: Siri Husdvedt explica en sus libros su experiencia de años dando conferencias y se queja de las veces que un hombre ha interrumpido su discurso en medio de una ponencia. A mí me ha pasado también, doy fe. Y no sólo en ámbitos profesionales, sino también en casuísticas más domésticas... donde en medio de una discusión o intercambio de ideas, o en un intento de comunicar sentimientos, acciones, hechos o de limar diferencias... el hombre suelta un largo speech defendiendo su opinión, pero cuando luego la mujer intenta intervenir para decir la suya... le cortan el discurso, o incluso le cuelgan el teléfono o la conversación termina. O con la irrupción del peligroso whatsapp, la habitual y tan de moda actitud de no contestar mensajes. Aquel ignorar sistemáticamente el derecho a réplica "femenino", eso sí: no sin antes haber soltado toda una larga disquisición, que por lo visto, no tiene derecho a réplica. Y, como dice la Hustvedt "... se abalanzan sobre sus observaciones antes incluso de que ella puedo intervenir". Y siempre son ellas (o ellos, los pocos hombres sensibles heterosexuales o los gays con sensibilidad o emocionalidad) las que acaban volviendo a hacer el paso de acercamiento, a pesar de haber sido silenciadas. 

Cuando el marido de Nora le dice frases terribles como "cómo se ve que eres una mujer...", "ahora viene el tiempo de la educación", etc... es como cuando, en una pareja que se enfada, ella se excita emocionalmente y el otro le dice que "se calme" con un tono condescendiente venenoso. Esta persona que explota, que sufre, que llora o que tiene una reacción digamos... "emocional" (porque también algunos hombres sensibles lo padecen) siempre es vista como una "histérica". Sigue vigente el modelo frío e insensible de acusar a la mujer u hombre sensible de que "recibe" o "interpreta" de forma demasiado "susceptible" o "exagerada" las cosas. Aquel subliminal invalidar, o ignorar directamente tus razones o sentimientos. Y cuando te invalidan, infravaloran, desprecian o juzgan mal y... "te revuelves", sobre todo si lo haces de forma contundente o apasionada, la reacción suele ser siempre la misma: rompes los esquemas y directamente los abusadores o intolerantes o machistas inconscientes, desaparecen de tu lado. Recordando una vez más las reflexiones de género de la Hustvedt, reacciones de frialdad o condescendencia ante "la expresión" femenina, considerar la razón por encima de la emoción, o sentirse superior en la falta de expresión de los sentimientos, siguen asociados a una falsa mal entendida masculinidad. 

Un amigo gay me comenta que la mujer no tiene problemas para admirar a su compañero. En cambio ellos, cuando es al revés, eso de la admiración... no lo llevan tan bien. 

Y una amiga me envía este dato: de 193 países que hay en el mundo, sólo 10 están dirigidos por mujeres. Y que los países que han afrontado con más éxito la gestión de la crisis del coronavirus, resulta que son precisamente, los pocos que están dirigidos por mujeres. Mujeres directas, ejecutivas, fuertes y también empáticas y comunicadoras. 

Si alguna frase ejemplifica el modelo femenino heredado que aún persiste en las expectativas proyectadas de relaciones actuales, es aquel... "nadie a quien dedicarle mi vida!", que dice la señora Linde, el personaje antagónico de Nora, su amiga de infancia. Linde personifica de manera clara el modelo persistente de sumisión, de aceptación del sentido de inferioridad ante la superioridad del hombre / compañero, la asunción de la dedicación y sacrificio a la carrera laboral y vital del hombre, y la dulzura, suavidad, discreción y silencio que se espera y exige de una mujer. 

Pues miren, señores míos: la admiración y el valor deberían ser mutuos. 

Y yo, como dice Nora, m'educo a mí misma desde que tengo uso de razón. 

Y cualquier compañero o compañera que quiera "educarnos", nos interrumpa o nos juzgue injustamente, o nos desprecie, o nos invalide, o nos hable con condescendencia o superioridad, podéis elegir como réplica alguna de las que dice Nora: 

"Tú no eres el hombre que pueda educarme para hacer de mí la mujer que necesitas.

"Tú no piensas ni hablas como el hombre al que yo pueda sentirme unida.

ÁNGELES BASSAS
26 de abril de 2020

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