SOMOS TURBA

Crítica a Turba, de Mos Maiorum

por Natalia Barraza

Creació col·lectiva de: Mos Maiorum (Mariona Naudin, Ireneu Tranis i Alba Valldaura) con Nicolas Chevallier, María García Vera, Guillem Llotje i Claudia Vilà. Intèrprets: Guillem Llotje, Mariona Naudin, Ireneu Tranis, Alba Valldaura i Clàudia Vilà. Dramatúrgia: Nicolas Chevallier. Mirada Externa: María García Vera i Mònica Almirall. Coordinació artística: Guillem Llotje i Mariona Naudin. Espai escènic: Clàudia Vilà Peremiquel. Vestuari: Joana Martí. Il·luminació: Dani Miracle. Espai sonor: Guillem Llotje. Investigació: Pau Carratalà. Coordinació tècnica: Carles Borràs / Adrià Pinar. Producció executiva: Haizea Arrizabalaga i Aixa González. Distribució: Mery de Lorenzi. Coproducció: Mos Maiorum, Teatre Lliure, Temporada Alta 2020. Amb el recolzament de Graner - Centre de creació de dansa i arts vives, Terrassa arts escèniques i OSIC – Generalitat de Catalunya.
Teatre Lliure
, del 14 al 24 de gener de 2021.

Se escucha la falca con el mensaje de bienvenida, las recomendaciones en cuanto al uso del móvil, las nuevas medidas de seguridad, los recordatorios que te sitúan en este asiento, en este teatro, en este ritual, en este rol de espectador/a… esta serie de frases comienza a desplegarse, sorprendiéndonos luego de silencios esporádicos y aparentemente definitivos entre cada intervención, reafirmando un locuaz y casi delirante discurso paranoide respecto a cómo sentarnos, cómo salir de la sala, cómo prevenir el riesgo, cómo asumir el peligro, cómo colaborar a evitarlo… en fin, desde el minuto tres, te es señalado que formas parte de un tipo de turba, esa turba pasiva, ese coro aquietado e inquieto en su butaca, en su lugar y en ningún otro.


Estamos en el Teatre Lliure de Gracia una tarde de sábado de enero del 2021.


Si. Es aquí. Este es tu sitio ahora. No te acerques a nadie. Gracias. Es por el bien de tod@s. No te muevas. Gracias. Recuerda las precauciones. Ubica las salidas de emergencia. Gracias.


La disposición del público a dos bandas nos ofrece el reflejo propio desde la evidente incomodidad de la situación que se propone y expande, al punto de que, a través de la risa nerviosa y contagiosa, logramos distender esta tensión inicial mientras la falca de introducción se convierte, ya, en un dios con un punto de vista: una melancólica voz que nos recuerda lo que ya no nos pertenece, el abrazo, el sudor, el roce, que subraya aquello de lo que “ya podemos ir olvidándonos” y que nos repite como un mantra: no hace falta resistirse, no tiene sentido, no te resistas.


Y éste es precisamente el tema central de la pieza: ¿Es viable la revolución hoy en día? ¿Cómo la ejercemos? ¿Quiénes son sus representantes? ¿Cómo puede manifestarse la colectividad en una época de distancia social, de sobreinformación, de saturación de opciones, de precariedad impuesta, de polarización de criterios, de nuevos fascismos y personalidades hinchadas a likes?


Me llama la atención que según la RAE el término Turba describa a una masa que puede tender al caos.


Dice exactamente:


Turba: 1. f. Muchedumbre de gente confusa y desordenada.


Y resulta que a través de un dispositivo escénico versátil, los cinco intérpretes en escena logran abordar desde diferentes ángulos la dificultad de las revoluciones vigentes recordándonos episodios y personajes históricos que nos remiten a situaciones en las que el ser humano se enfrenta a la necesidad de rebelarse, y no solo a través de la resistencia (como si esta condición de aguantar que nos pisoteen tuviera mérito) sino que evocan casos paradigmáticos que llegaron a movilizar a esas turbas mediante la ideología y la exacerbación de unos cuantos individuos pletóricos de certezas que, con mecanismos casi religiosos, nos seducen e invitan a sacrificar lo que sea necesario para dar pie a una causa, sea mediante una lucha de armas, sea mediante las manifestaciones, sea mediante el voto, sea mediante la vida.


Y, sí. Son necesarias las revoluciones. La pregunta es: ¿Hemos aprendido algo de ellas? ¿Estamos a la altura de aquello que queremos combatir? ¿Es posible incluso alcanzar a vislumbrar, en medio de toda esta parafernalia digital confusa y distractora, cuál es nuestra lucha? ¿Dónde y cómo se combate ahora? ¿Quién es, si no nosotr@s mism@s, nuestro enemigo, nuestro propio bufón entregad@ al entretenimiento y la escasez?


La obra Turba se considera un trabajo de creación colectivo. Es éste –supongo–, por lo tanto, el primer escenario (valga aquí la redundancia) donde esas piezas co-creadoras que lo integran habrán puesto en marcha las connotaciones implícitas del trabajo horizontal, la puesta en común de ideas y prioridades, la negociación constante sobre el punto de vista y las no menos importantes cuestiones logísticas que atañen a todo emprendimiento escénico.


Comparten escenario intérpretes de entre los cuales, en igualdad de condiciones y protagonismo, uno de ellos es músico y una es también la escenógrafa, tod@s ell@s articulando el discurso, evocando e invocando indistintamente personajes, géneros, razas, ideologías, criterios, algunos desde el humor, otros desde el casi surrealismo, otros desde la gravedad del vacío ante las preguntas abiertas. No por irónico es menos contundente. El tema es amplio, profundo y demasiado extenso para poder estirar de todos los hilos que se asoman en el planteo de los contenidos. Tarea nada fácil la de discernir cuáles y cómo deben ser tratados y escenificados.


Se agradece que en tiempos de imagen audiovisual a cascoporro hayan tomado la elección de que, excepto por unos subtítulos de traducción proyectados a ambas plateas, sea la presencia del/la intérprete, o sea, la materia viva de sus cuerpos, voces y gestos, quienes encarnan y conducen toda la experiencia escénica que proponen, porque más allá de que se plantee (según el programa de mano virtual) que se trata de un documental / ficción, considero que nos reúnen no tan solo para ofrecer una reflexión sociopolítica que nos atañe, sino que se lanzan a experimentar desde lo que yo llamo “el artefacto escena” muchos planos y posibilidades en la escenificación misma.


El formato que propone la compañía Mos Maiorum es entre un estudio radiofónico y un plató de televisión. Éste sirve como vehículo para abordar las diferentes referencias enunciadas sin que se transforme en una clase tipo TED ni en otro espectáculo / conferencia donde se exponen criterios diversos.


Este código aporta desde el inicio altas dosis de sarcasmo, cuestionando así los asuntos que se ponen sobre la mesa, permitiéndose a medida que avanza la pieza, dar unos saltos dramatúrgicos cuánticos arriba y abajo de la historia contemporánea de las revoluciones y l@s revolucionari@s. De esta manera nos increpan cuestionando de qué lado estamos, poniendo sus propias discusiones como parte de la materia prima, en la que claramente se desvela que el humano, lejos de dominar el arte de la organización colectiva, apunta de manera innata a defender su territorio, sea éste material, simbólico o intelectual.


Nos queda claro una vez más que nuestro córtex cerebral tiende a salvarse el pellejo, pero que esta condición no nos exime de la reflexión, de la toma de conciencia y, por lo tanto, del posicionamiento, de que formamos parte de alguna masa, quizás aún por descubrir, ante la certeza de que, sí, somos engranaje, somos turba.


17.1.2021

Fotograies de Magui Pichinini (cliqueu sobre la foto per veure-les a tota pantalla)



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