En el momento en que leemos un texto dramático acabado, el personaje aparece como una idea compleja (a) que carga un cúmulo de conceptos convenientemente ordenados y enunciados en una narración más o menos exhaustiva de su existencia, (b) que actúa en confrontación con el resto de personajes y (c) que responde a estas interacciones de forma –a menudo intensament– emocional.

Resulta sin embargo necesario preguntarse cómo surge un personaje en la mente de su creador a lo largo de todo el proceso de la dramaturgia, porque lo cierto es que un personaje nace a menudo de una idea incompleta, de una intuición, de una imagen robada a la realidad, del esbozo de un argumento fragmentario.

Resulta relativamente fácil analizar el proceso de formación de los personajes en el caso del Otelo de Shakespeare porque contamos con el texto a partir del cual se inspiró para elaborar una estructura nueva totalmente transformada. Shakespeare, en efecto, extrae sus personajes del relato recogido en la novella VII de la Deca Terza de Gli Ecatommiti de Giovan Battista Giraldi Cinzio. Las primeras palabras del encabezamiento se centran en la figura principal: "Un capitano Moro..." 

El relato presenta concisamente los hechos a lo largo de los cuales un "capitano moro", muy enamorado de su esposa, Disdemona (1), mujer de la que se destaca su virtud, vive felizmente en Venecia hasta que es trasladado a Chipre y ella, para evitar la separación, querrá acompañarlo. En Chipre un compañero de armas –con el rango militar de alfiero– del capitano moro se enamora de Disdemona, pero ella lo rechaza y el alfiero, por despecho, engañará e inducirá al capitano moro a asesinar a su mujer tras convencerle de que le ha sido infiel con otro soldado (con el rango de capo di squadra). El asesinato se intenta camuflar como accidente, pero son descubiertos, y los responsables serán trasladados a Venecia para ser castigados. 

En el fondo, todos los personajes son sólo un apunte, una primera idea, que no permite imaginar en ningún caso el vuelo que alcanzarán después de pasar por la imaginación de Shakespeare.

¿Qué ha pasado? Pues básicamente que Shakespeare ha utilizado la novela de Giraldi como potente estructura energética de base y ha desplegado los personajes en todas las direcciones que le han parecido necesarias tras dotar a toda la historia de un concepto rector –coherente con la novela original– que gira en torno a la dificultosa construcción de la verdad y su fragilidad ante la mentira. 

Básicamente, lo que ha hecho Shakespeare es: 

a. incrementar poderosamente el alcance de las ideas en torno al binomio verdad / mentira en el Nivel Conceptual.
b. desplegar adecuadamente los aspectos argumentales (personajes, espacios, conflictos, encadenamiento causal) del Nivel Narrativo, hasta elevar el rango militar y la jerarquía social de todos los personatges.
c. dibujar el recorrido emocional y energético de la pieza con gran eficacia en cuanto al Nivel Escénico. (2) 

Reconstruir la transformación general de la novela original tal como la aborda Shakespeare escapa del objetivo de esta entrada, por lo que nos limitaremos a analizar los personajes principales para ver la forma en que Shakespeare modifica de forma sustancial los valores y el sentido de cada uno de ellos. 

De hecho, los personajes de la novela original –a los que Shakespeare da los nombres de Otelo, Desdémona, Casio, Yago, Emilia y Bianca (3)– se convierten en el núcleo de los personajes principales y secundarios de la obra de teatro. A su alrededor Shakespeare genera, sin embargo, una pléyade de personajes secundarios menores, auxiliares y funcionales de lujo como el Dux de Venecia, Brabancio, Graciano, Ludovico, Roderigo, Montano, y un conjunto de comparsas (funcionales menores y personajes colectivos) que incluyen un marinero, mensajeros, un heraldo, caballeros, oficiales, músicos, senadores... 

Sólo haciendo recuento del incremento de los personajes y verificando la dirección hacia la que se orienta este incremento ya queda claro que a Shakespeare le interesaba otra cosa que a Giraldi y que la historia del capitano moro –que sirve para advertir a las chicas de no casarse con hombres de otras razas, culturas y religiones– ha quedado convertida sólo en un vehículo para otra idea completamente diferente –aunque no excluye la moralidad de Giraldi– como veremos a continuación.

Construir la personalidad de un personaje

Pero, para poder explicar la transformación que lleva de un capitano moro a Otelo, antes tendremos que abordar las capas sucesivas que vienen a conformar la personalidad de un personaje. Y lo que tenemos que constatar de buen principio es que los personajes de Giraldi tienen una personalidad definitivamente esquemática, nada que ver con los de Shakespeare.
El esquema de la personalidad que propongo es conformado, en el pasado, por una serie de círculos concéntricos en cuyo centro se encuentra lo que condiciona nuestro nacimiento (N), que se modifica más adelante por nuestra formación (F) , continúa modificándose por nuestras elecciones en cuanto a amistades y enemistades (A/E), y se forma definitivamente tan pronto como se alcanza la edad adulta en contacto con la sociedad (S). Podemos decir que, llegados a este punto, el personaje ha completado su personalidad que, a partir de ahí, se regirá por dos polos de atracción como son la familia propia (FP) y la ocupación (O), en un movimiento pendular que le lleva a retroceder hacia la adversidad (ADV) o avanzar hacia la prosperidad (PRP).

(N)
El nacimiento condiciona la personalidad del personaje en la medida que quedará marcada por la familia donde ha nacido, la clase social, el lugar de nacimiento, la raza, el momento histórico, la lengua, la cultura, la religión... 

(F)
La formación son los diversos aprendizajes adquiridos desde los primeros años hasta la edad adulta y es lo que determina nuestras aptitudes y habilidades. 

(A/E)
Las amistades y las enemistades, las alianzas y confrontaciones aparecen en los primeros estadios de la vida del niño y continúan hasta el final de la vida, pero hay que tener en cuenta que la amistad / enemistad resulta determinante en el tránsito de la adolescencia a la edad adulta, cuando las elecciones representan una clara toma de conciencia respecto al mundo que nos rodea.

(S)
Nuestro crecimiento desemboca naturalmente en la sociedad en la que tendremos que ejercer de individuos completos y válidos para la sociedad, lo que implica el despliegue de los siguientes dos puntos: 

(O) 
La ocupación es lo que hace que seamos autosuficientes y útiles a la colectividad de manera que nos permite integrarnos activamente en la sociedad de la que formaremos parte como miembros de pleno derecho. 

(FP)
Y, finalmente, la familia propia reinicia el proceso con la llegada de los hijos que garantizan la reproducción social.

A todo ello, además, habría que sumarle una serie de aspectos muy relevantes que modifican totalmente los impulsos de la personalidad de cada individuo: 

(el sexo)
Cada sexo tiene sus propias aspiraciones y limitaciones según las épocas históricas, los países, las culturas, las religiones... y es necesario tener perfectamente clara la elección de uno u otro sexo para encarnar uno u otro idea-personaje. 

(la edad)
Cada edad tiene sus necesidades, aspiraciones, limitaciones y miedos y cada vez que pensamos en un personaje deberíamos esforzarnos en definir una edad exacta y proponer incluso una determinada fecha de nacimiento, porque, al margen –o no– de los horóscopos (4), no es lo mismo haber nacido en invierno que en verano.

(y otros valores)
La lista podría alargarse, pero me limitaré a enumerar algunos valores regidos por diferentes escalas como pueden ser: la inteligencia, el poder, el talento, la valentía, la belleza, la simpatía... cualquiera de estos valores le abre a cada personaje unas puertas y le cierra otras.

Si sometemos a los personajes de Otelo a un escrutinio respecto a (N), (F), (A/E), (S) detectamos enseguida que, de los cuatro personajes más relevantes, sólo hay dos de los cuales tenemos conocimiento de la cadena completa.

De Otel·lo conocemos, en efecto, (N) cuál es su nacimiento, la familia, la raza, la cultura, la religión, (F) que desde niño se ha formado como soldado en el campo de batalla, (A/E) que su primera elección de la amistad se decanta hacia otros soldados como él, (S) que su mérito le ha abierto las puertas de la alta sociedad veneciana para la que resulta –militarment– indispensable.

De Desdémona también conocemos (N) cuál es su nacimiento, la familia a la que pertenece, su situación económica y social y, por contraposición a Otelo, su raza, su cultura, su religión, (F) que ha sido educada en la virtud como cualquier hija del patriciado veneciano, (A/E) que contradiciendo toda prudencia ha decantado sus afinidades hacia una persona del todo ajena a su sexo, su clase, su cultura, (S) que, con su elección, pone gravemente en peligro su estatus social.

Si añadimos, tanto en lo que respecta a Otelo como a Desdémona, aspectos como el sexo, el edad, la inteligencia, el poder, el talento, la valentía, la belleza, la simpatía... los perfiles de estos dos personajes empiezan a alcanzar la delicadeza de matices que hace que nos parezcan extremadamente elaborados... a pesar que Shakespeare nos provee de poca información real tanto para uno como para el otro. De hecho, somos nosotros lectores / espectadores los que completamos la información guiándonos por la lógica y el sentido común.

En cambio, de Yago y de Casio nos falta mucha información para tener una idea completa. En ninguno de los dos casos tenemos información precisa de su nacimiento, aunque se puede presuponer que Yago proviene de una familia humilde y que ha ascendido militarmente por méritos, mientras que Casio parece venir de familia acomodada sobre todo por sus estudios en la Universidad y son justamente sus conocimientos librescos la razón de su rango militar. Su entorno de amistades / enemistades queda apuntado, pero nada explicitado. Su implicación en sociedad no está nada desarrollada. Si añadimos el resto de valores (sexo, edad, inteligencia, poder, talento, valentía, belleza, simpatía...) lo que constatamos es que uno es la contracara del otro, y que ambos se definen por estricta contraposición.

De hecho, podríamos decir que lo único que de verdad interesa a Shakespeare en cuanto a Yago y Casio es su formación (F) y esto sólo porque establece una confrontación radical que tiene que ver con el tema que Shakespeare ha elegido como eje conceptual rector para toda la pieza. Las dos formas de aprendizaje –a través de la experiencia: Yago; a través de los libros: Casio– están directamente relacionadas con las formas a través de las cuales podemos alcanzar la verdad.

No es el momento, ahora, de insistir en el aspecto conceptual de la obra de Shakespeare, pero recomiendo a todo el mundo hacer una lectura bien distanciada de los aspectos más impactantes de la pieza –los celos, la confrontación racial y cultura, la violencia de género– que Shakespeare utiliza como poderosísimo motor energético, y hacer, por el contrario, una lectura centrada en la forma en que la verdad aparece en nuestra mente como una construcción compleja (que una mentira puede llegar a hacer tambalear). No olvidemos que en el oficio militar –a pesar de nuestros prejuicios– prevalece la inteligencia por encima de la fuerza. Incluso analizando el espacio nos daremos cuenta de cómo Shakespeare nos conduce –del II al V Acto– desde la playa de la isla de Chipre hasta el mismo lecho de Desdémona, donde también caerán muertos Emilia y Otelo: el círculo se va cerrando en torno a la verdad (casi podríamos decir que el círculo se va cerrando alrededor del cuello de la verdad–Desdémona). El Dux es, en todo momento, receptor de verdades lejanas, que es como lo hemos conocido en el primer acto... y es a él a quien llegará, finalmente, la desgraciada noticia de este suceso luctuoso y terrible.

Sea como sea, queda claro que las preguntas que se hace Shakespeare ante cada personaje se centran en el nacimiento (N), la formación (F), las amistades y enemistades (A/E), la sociedad (S), se articulan en torno a la familia propia (FP) y la ocupación (O), en desequilibrio constante entre la adversidad (ADV) y la prosperidad (PRP) y con la suma de factores como el sexo, la edad y otros valores (como la inteligencia, el poder, el talento, la valentía, la belleza, la simpatía...). 

Pablo Ley
23.5. 2020

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