40 años de La Fura dels Baus
Entrevista a Àlex Ollé
(a cargo de Pablo Ley)

Àlex Ollé es uno de los miembros fundadores de La Fura dels Baus, una compañía surgida de la explosión cultural de los años 70 y que ahora celebra los 40 años de trayectoria profesional. Entre los hitos escénicas alcanzados por La Fura cabe destacar Accions (1984), Suz / O / Suz (1985) y Tier Món (1988), la trilogía inicial. En 1992, y junto a Carlus Padrissa, Àlex Ollé dirigió la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona.  Y luego orientó su camino creativo hacia la ópera –el última estreno, Turandot, en Tokio, en el prestigioso Bunka Kaikan–. Lo que resulta sorprendente de Alex Ollé y del conjunto de los miembros de La Fura (todos ellos nacidos alrededor de 1960) es la juventud con la que lograron unos imprevisibles éxitos internacionales: todos tenían menos de 30 años cuando hicieron con los espectáculos de la trilogía la primera vuelta al mundo.

¿Hay manera de explicar las causas del impacto que provocó casi de inmedaito La Fura dels Baus? 

Hay muchas maneras de explicarlas. Lo difícil es saber cuáles fueron de verdad las causas efectivas. O es que, tal vez, más que de causas, deberíamos hablar de casualidades. ¿Es o no es una casualidad que nos encontráramos nueve personas con las capacidades, entre todos, de gestionar ese universo estético y creativo? Éramos tan diferentes, nos complementábamos tan bien ... Es como los cromosomas, que de pronto se juntan de una manera que les hace dar un salto evolutivo. Cada uno de nosotros aportaba un punto de vista especial. 

Y también la época era un momento especial. El entorno empuja a las personas hacia objetivos inesperados. 

Es cierto que la evolución la impulsa el entorno. La Fura tiene, sin duda, algo de generacional. Su historia empieza con la trilogía: Accions, Suz /O/Suz y Tier Món. Pero La Fura tiene una prehistoria que arranca en 1979. Son los años en los que La Fura hace teatro de calle yendo de pueblo en pueblo con una furgoneta. La cultura estaba en la calle. La muerte de Franco, la Transición..., dieron protagonismo a la gente, y la gente se expresaba en la calle, en manifestaciones durísimas y con una represión brutal. Es en este contexto como hay que entender la cultura de la calle de los primeros ayuntamientos democráticos. Los pasacalles formaban parte de este increíble ambiente de fiesta política en la calle. 

Pero vosotros, como rasgo característico, tenéis curiosamente un sello estético muy urbano y muy internacional. 

Sí, claro que influyeron mucho las corrientes estéticas que nos llegaban en ese momento de Europa y América. El punk, la música industrial, el earth art, el body art, las performances, la estética de los conciertos en directo ... En esto también ayuda la propia composición del grupo. Una parte del grupo venía de Moià –Marcel·lí Antúnez, Carlus Padrissa, Pere Tantinyà–, el resto del grupo –Jordi Arús, Hansel Cereza, Pep Gatell, Miki Espuma, Jürgen Müller y yo mismo– era de ciudad. Es una mezcla curiosa y explosiva. Pero es toda aquella época. Porque, tú te acuerdas del Cirque Aligre? 

[En este punto, la entrevista hace un pequeño giro, en el que vale la pena entretenerse un poco para leer los dos pequeños artículos que sugerimos en la columna de al lado.] 

A mí el Cirque Aligre me marcó. La estética era punk. De repente entraba un tío a caballo y te iba dando hostias. Luego estaba el domador de ratas, que las hacía saltar por un aro de fuego y se las metía en la boca. Pero el Cirque Aligre formaba parte del ambiente natural de los años 80. Son cosas que conformaron nuestro universo mental. Cosas como Archaos, Royal de Luxe, Survival Research Laboratory, Einstürzende Neubauten... Era la época. Las cosas pasan porque hay la necesidad de que pasen. 

De dónde sale Accions?

De nuevo de la casualidad. Fuimos a Sitges. Propusimos hacer un pasacalle –sin cobrar, porque queríamos promocionarnos– y, de repente, nos llevaron a un espacio que desencadenó nuestra imaginación. Fue de verdad el espacio el elemento desencadenante. Era un paso a nivel bajo las vías del tren, había unos agujeros por donde podía salir un actor... Evidentemente utilizamos todo nuestro bagaje de teatro de calle, pero es allí donde hicimos el salto de la calle a otro tipo de espectáculos que son los que todo el mundo reconoce como de estética furera. Es ya la estética que desarrollaremos en los siguientes espectáculos. Coches reventados, carritos de la compra, televisores con pantalla de nieve, motores de lavadora, bombonas de butano... 

De hecho, esta estética la desarrolla sobre todo a Suz/O/Suz y Tier Món. 

Sí, Accions era exactamente eso, acciones escénicas, pero en Suz/O/Suz ya se planteaban otros aspectos. Era un retorno al ritual en un mundo postnuclear, un tema que en los años 80, con la Guerra Fría todavía activa, preocupaba a todo el mundo. Íbamos con camisa y corbata pero sin pantalones, los objetos eran los restos de una civilización aniquilada, había rituales de iniciación... En cambio en Tier Món nos planteábamos la guerra, el hambre, el éxodo... Son espectáculos cuyo trasfondo sigue siendo perfectamente actual. 

¿Cuál era vuestra forma de abordar la creación?

A fin de cuentas, la base de nuestro lenguaje era una estética multidisciplinar, urbana, en la que la música vertebraba el espectáculo, generando ambientes y ritmos, no había texto, buscábamos sobre todo la potencia expresiva de las imágenes... Y había una voluntad firme de acción y reacción con el espectador. Lo que queríamos, sobre todo, era provocar sensaciones. Todo era mucho más visceral que cerebral. Teníamos la necesidad de romper la pasividad del espectador... lo que no dejaba de ser, intuitivamente, la forma como nosotros expresábamos la necesidad de romper con el pasado. 

Hagamos un salto. De los años 80 al presente. Ahora trabajas sobre todo en teatros de la ópera. Un mundo muy diferente. ¿Qué te queda de la primera época?

Me queda todo –de lo bueno y de lo malo, porque de todo se aprende–. Lo más importante: la capacidad de organizar el caos, no sé trabajar sin hacer una inmersión en un alud de imágenes, sugerencias, un bombardeo de ideas irreconciliables que, al final, será necesario destilar para darle forma. Otra cosa: no sé trabajar solo. Necesito mi equipo. El método de trabajo está siempre muy cerca de la creación colectiva. Y luego está lo que yo llamo ADN de La Fura dels Baus, un universo estético que es imposible rehuir (y tampoco lo pretendo). 

Si tuvieras que aconsejar a los jóvenes creadores una fórmula de éxito...

Riesgo, investigación y trabajo en equipo. 

Àlex Ollé termina la entrevista de esta forma abrupta y taxativa. Pero los tres conceptos que plantea se pueden evidenciar de manera muy gráfica mostrando los espectáculos que dirige por los teatros de ópera de todo el mundo. Por eso le hemos pedido que nos haga una selección de fotografías de sus óperas preferidas. El resultado lo podréis ver si hacéis clic sobre el botón que veis aquí abajo.

Ver el Portafolios fotográfico de Àlex Ollé
El Cirque Aligre –al que alude Àlex Ollé con entusiasmo– llegó a nuestro país en 1981, y generó, con las innovadoras provocaciones del nuevo circo francés, un impacto muy importante del que, buscando por internet, queremos destacar una carta al director publicada en El País (04/16/81), y un artículo divertidísimo de Lluís Permanyer en La Vanguardia (06/06/1981). [Clica sobre los links si deseas acceder a los dos artículos.]
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