Herni Rousseau "Le Douanier". La gitana adormida
ASAT en el jardín de las mujeres un texto de Silvana Pérez Meix ASAT en el jardín de las mujeres es un texto poético, sorprendente, especial. Nos sitúa en un paisaje desértico, en una sociedad arcaica, en la que los hombres mantienen una relación de superioridad sobre las mujeres y exigen la sumisión de esposas e hijas. Pero la protagonista es diferente. Una chica, educada en la libertad de los chicos, que protege sus hermanas y la madre con determinación y firmeza. Es desde aquí desde donde Silvana Perez Meix nos plantea una serie de situaciones que son un espejo de los debates ideológicos más rabiosamente actuales. Pero lo hace con un envoltorio estético y una calidad literaria que nos remite a los viejos cuentos morales (por ejemplo, y salvando distancias inevitables, El círculo de tiza caucasiano, de Bertolt Brecht). Un texto teatral que se lee como una historia breve y que permite una puesta en escena de una gran belleza ... la belleza de los sueños. (Esta obra de la dramaturga Silvana Pérez Meix fue galardonada con el Premio Nacional e Internacional de la VIII Edición del Festival Internacional de Teatro Femenino «La Escritura de las / los diferencia / s» celebrado en La Habana, Cuba, en el año 2018 .) Aquí tiene una pequeña muestra de este texto tan especial:
-El consejo-
(El Clérigo preside la reunión de hombres frente a las casas. Las mujeres asoman por el vacío de las ventanas. Son sombras que tiritan al oír las voces de sus protectores.)
El clérigo.— ¿Has corregido a tus hijas? ¿Siguen hablando con ella?
Hombres que miran desde el cielo.— Las cerré en la cocina.
El clérigo.— ¿Recibieron golpes? 
Hombres que miran desde el cielo.— Y siguieron todas mis órdenes después.
El clérigo.— Eso no es un castigo. Tú, ¿cerraste la boca de tu mujer?
Hombres que miran desde el cielo.— Le cerré los ojos con mis puños.
El clérigo.— ¿Volverá hablar con la impura?
Hombres que miran desde el cielo.— De hacerlo reuniría piedras en la entrada de mi propia casa. 
El clérigo.— Que entiendan con las manos lo que no entienden con palabras. ¡Que nadie se quiebre! ¡Que nadie ayude a la hija del león!
(Unos pasos firmes bajan por la ladera la montaña.)
Hombres que miran desde el cielo.— ¡Se acerca! 
El clérigo.— Son las rocas resquebrajándose.
Hombres que miran desde el cielo.— Es el león.
El clérigo.— ¡Supersticiones!
Hombres que miran desde el cielo.— El león está entrando en los sueños.
El clérigo.— Soltad las creencias profanas. 
Hombres que miran desde el cielo.— En las mujeres también entra para darles esperanzas.
El clérigo.— ¿De qué mujeres? 
Hombres que miran desde el cielo.— De las nuestras. 
El clérigo.— Entonces, ¡más fuerte con el puño!
Hombres que miran desde el cielo.— Que son iguales que los hombres, les dice. Que luchen. Que vayan solas por la aldea.
El clérigo.— ¡Fuerte con el puño en la cabeza!
(Un trueno, un rugido.)
(l'escena continua...)
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