Las edades de Colometa
Entrevista a Núria Bonet y Carla Pueyo
(a cargo de Pablo Ley)
La plaça del diamant, de Mercè Rodoreda, es una de las novelas más importantes de la literatura catalana de posguerra. Recoge la historia de Natalia, una chica a la que su prometido, Quimet, convertirá en Colometa (diminutivo de Paloma), nombre que resume la metáfora de una personalidad frágil, la de una chica que atraviesa unos años de tristeza y desesperación dejándose llevar por los acontecimientos. De hecho, Natalia y Quimet se casarán y tendrán hijos, pero él morirá en la guerra. Natalia, desesperada, tendrá que volver a casarse con Antonio, un hombre que, a consecuencia de una herida en el frente, ya no podrá dejarla embarazada. El lapso de tiempo va de los años 20 a los años 50, es decir, desde los años anteriores a la República hasta el final del Primer Franquismo. No es extraño que cuando Paco Mir –autor de la adaptación y director del espectáculo– decidió llevar La plaça del diamant a escena se decantara por seleccionar a dos actrices para asumir el papel protagonista. Carla Pueyo, actriz en la veintena, encarna la Colometa joven. Núria Bonet, periodista que, a los treinta y tantos, decidió hacer un cambio de rumbo y estudiar interpretación, asume el papel de Colometa madura. Con ambas hablamos de esta nueva puesta en escena de la obra de Rodoreda.
El espectáculo que estrena la Compañía Eolia y que ahora se verá en el Teatro Poliorama, nació como un proyecto pensado para escuelas que se presentó la temporada 2018-19 en el Teatro Victoria. De hecho, entre enero y marzo se hicieron dieciséis funciones que resultaron un éxito y animaron al director Paco Mir y a la Compañía Eolia a hacer este salto hacia el teatro profesional. La primera pregunta gira en torno al proceso de apropiación por parte de Nuria Bonet y Carla Pueyo del personaje de Colometa. 

Nuria: De hecho, el punto de partida fue muy personal. Como trabajo de mesa, sólo hicimos una lectura del texto. Y, a partir de aquí, cada una de nosotras fue haciendo suyo el personaje, una aproximación sin premisas previas y fuimos trabajando. Nos tiramos a la piscina, buscando las motivaciones 

Carla: Llegamos al proyecto vírgenes de referencias. No habíamos visto los espectáculos anteriores sobre La plaça del diamant, tampoco habíamos visto ninguna película. De modo que el personaje es, inevitablemente, muy genuino, muy nuestro. 

Nuria: Nos daba rabia una Colometa muy pánfila, una Colometa que todo lo que hace es enamorarse de Quimet y que, tras la muerte de éste, intenta sacar adelante a su familia en unos momentos de angustia y desesperación. Lo que nos preocupaba era que el personaje se pudiera leer desde el presente a pesar de los condicionantes de ser mujer en ese contexto histórico particular. 

Carla: Cuando le vas poniendo capas, le vas dando cuerpo, y poco a poco te lo  vas haciendo tuyo, coge tus características y tu energía. 

Nuria: La verdad es que el proceso nos sorprendió a las dos. Antes de ser la Colometa madura, hago otro papel. Pero como Colometa aparezco a mitad de la pieza, me toca recoger la energía del personaje que ha construido Carla y llevármelo hacia otro lado completamente diferente. De hecho, me toca hacer casi un salto al abismo, porque mi personaje comienza en el momento de la historia en que Colometa, incapaz de salir adelante sola en la miseria terrible de la posguerra, está a punto de matar a sus hijos. Este desdoblamiento del personaje es todo un viaje. 

Carla: Es cierto, yo inicio la historia, vivo el enamoramiento, los primeros años, la guerra, la pérdida del marido, y aquí es donde se lo sirvo a ella para que la termine. De hecho, construyo la base sobre la que ella tiene que trabajar. 

La novela tiene un toque íntimo de confesión, es un texto cadencioso, descriptivo, lleno de detalles, que evoluciona poco a poco. ¿Qué queda de la novela de Mercè Rodoreda? 

Carla: Mientras leía la novela es cierto que sentía de forma muy intensa el paso del tiempo, un tiempo muy lento, riquísimo en detalles, todo descrito con una enorme precisión que te hace entrar en la atmósfera de aquel tiempo. El público actual está acostumbrado a otro ritmo, mucho más frenético. Y lo que hemos hecho, para recoger la novela, es hacer todo el viaje emocional, pero pasando de un lugar a otro a gran velocidad. 

Nuria: De hecho se mantiene la poética del texto. Se reconoce inmediatamente a Mercè Rodoreda en el uso de las palabras –que son sus palabras–, en una sintaxis compleja que no resulta fácil de decir en el escenario, pero que le da una dimensión literaria muy especial. Esto es mucho. Había que imponerle un cierto ritmo al espectáculo, y quizás hemos sacrificado una cierta profundidad emocional. Pero esta profundidad se conserva íntegra en los monólogos interiores... 

Como el monólogo final, por ejemplo, una arriesgadísima apuesta dramatúrgica del Paco Mir, que decide mantener las últimas páginas del libro para terminar el espectáculo con la voz más íntima del personaje de Mercè Rodoreda. Esto es un reto importante para una actriz que aborda su primer gran personaje profesional, ¿no es así? 

Nuria: Por supuesto. El monólogo final dura 7 u 8 minutos. Es de cara a público. Sin ninguna acción. Sólo puedes apoyarte en el texto. La verdad es que una semana antes del inicio del espectáculo fui al Teatro Victoria, donde hicimos las primeras representaciones. Encontrarte allí, en aquel escenario enorme, ante una platea inmensa, la verdad es que me temblaban las piernas.

En la fotografía, de izquierda a derecha, Paco Mir -dramaturg y director-, Rai Borrel, Ariadna Camps, Georgina Llauradó, Fran Lahera, Uri Callau, Núria Bonet y Carla Pueyo.

La obra entra muy directamente en este género que podemos llamar memoria histórica. ¿Lo habés trabajado de alguna forma especial? 


Nuria: Al menos en cuanto al trabajo con los actores, creo que recuperar la memoria histórica no ha sido en ningún caso el objetivo de Paco Mir. No íbamos a buscar el contexto histórico, pero es evidente que el contexto está. 


Carla: No ha sido parte del proceso de los ensayos. Mi abuela me había contado cosas. La falta de leche, de comida, el ambiente de la posguerra. Yo me he sentido muy inocente. Pero creo que la inocencia tiene mucho sentido. Porque es desde la inocencia desde donde Colometa afrenta la historia. En todo caso, la reflexión sobre la memoria histórica es algo que viene después. Cuando el espectáculo ha terminado y miras atrás, en tu propia memoria. 


Nuria: La memoria histórica está presente. El público se emociona. La gente reconoce las historias de su propia familia. Hay cosas con las que es muy fácil identificarse. Colometa sigue pensando cada día en Quimet y siempre se pregunta si estará enterrado o no. Ella no puede cerrar este capítulo. Y eso es lo que justamente da sentido a la memoria histórica, ¿no? 


Ambas actrices han terminado la escuela Eolia en los últimos dos años. Imagino que lo estáis viviendo como una gran oportunidad. 


Carla: Hemos terminado de estudiar ahora. Acabamos, como quien dice, de salir del nido. 


Nuria: Yo soy mayor, pero he terminado los estudios hace pocos meses. Paco Mir ha tenido una sensibilidad especial. Era consciente de que cogía gente que acababa de salir. Y ha buscado la autenticidad. 


Carla: A la hora de hacer el casting ha buscado las energías de los personajes que teníamos que afrontar. 


Nuria: La mejor experiencia es esta oportunidad de trabajar en condiciones profesionales. 


Carla: Al principio, estábamos todos un poco agarrotados. Porque sentíamos esa responsabilidad. Trabajar con Paco Mir nos imponía. Pero todo fue muy fácil. Dejaba que fuéramos haciendo y que el personaje saliera de forma orgánica. Las notas de dirección, las más intensas, las de más profundidad, sólo llegaron al final. 


Nuria: Supongo que teníamos una autoexigencia muy alta y, sí, fue al final cuando Paco Mir dio las directrices definitivas. 


La Plaça del Diamant se podrá ver en el Teatro Poliorama entre el 2 de octubre y el 3 de noviembre. La dramaturgia y la dirección es de Paco Mir. Por orden de aparición, los actores son: Ariadna Campos, Carla Pueyo, Uri Callau, Núria Bonet, Rai Borrell, Fran Lahera y Georgina Llauradó. Todos ellos han salido de la Escuela Eolia, al igual que el ayudante de dirección, Tony Casla. La Compañía Eolia hace, con este espectáculo, un salto hacia el teatro profesional.


(artículo publicado el 26.9.2019)

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