Pasión por la memoria histórica
Entrevista a Jordi Barra 
(a cargo de Pablo Ley)

Víctimas (1936-1945) es la exposición del Memorial Democrático que ha permanecido abierta al público desde el 18 de julio de 2018 hasta el 1 de septiembre de 2019. Tuve la oportunidad de ver la exposición semanas antes de la clausura acompañado de su comisario, Jordi Barra, que reunió a un grupo de una docena de amigos y, guiándonos a través de un recorrido de mapas, vitrinas, fotografías y objetos del pasado, disertó sobre la historia reciente de nuestro país durante las tres horas que duró la visita. Su disertación entusiasta resultó sencillamente apasionante. Decido acudir el último día de la exposición con la cámara fotográfica para dejar testimonio gráfico de una vehemencia gestual que evidencia la pasión por la historia de Jordi Barra.
Hombre de teatro, Jordi Barra comisarió la exposición con la lógica dramatúrgica de un espectáculo. Primero el espacio, Cataluña y, en gran medida, el tema, la cartografía histórica de la tragedia provocada por la Guerra Civil y sus consecuencias. De hecho, la entrada de la exposición la constituye un conjunto de mapas oficiales de la Generalitat de Catalunya editados en la década de los 30 y, por tanto, anteriores a la época que documenta la exposición. Son mapas que, según explica el comisario, dejan constancia de la falta de conciencia que los cartógrafos del momento tenían del conflicto que estaba a punto de estallar. 

Luego viene el dramatis personae, los protagonistas, un pasillo que reúne las víctimas –hombres, chicos, niños, represaliados, curas, soldados, la quinta del biberón, miembros de las milicias internacionales, italianos de los dos bandos, rusos, fusilados...–, todas las tipologías de los muertos porque, dentro de todas las posibilidades de la victimización, la de los muertos es la única categoría que no podrá superar la tragedia. 

"La verdad", explica Barra, "es que me encontré con que, en el 80 aniversario de la Guerra Civil, todo el mundo hablaba de las grandes batallas y de los hechos de guerra –Brunete, Ebro, Jarama, Guernica–, todo era militar, pero nadie hablaba de las víctimas. Una definición clara de víctima sería la de una persona que sufre un mal que no quiere. Y eso es lo que recoge la exposición, que tiene la pretensión de ser una primera gran aproximación a la víctima. Pero hay muchas maneras de ser víctima. No todos son necesariamente buenas personas, basta con que sufra un daño, por ejemplo, la muerte. En nuestra guerra el 95% de los muertos son hombres. Alrededor de los muertos aparecen otras formas de víctima: viudas, huérfanos, padres que pierden los hijos... La mujer, que representa sólo un 5% de los muertos, sufre en cambio otras formas específicas de victimización: pérdida del prometido, del marido... ésta es, por ejemplo, la historia de La Plaza del Diamante, de la Mercè Rodoreda. Y luego está la humillación. Por ejemplo, las violaciones, imposibles de documentar históricamente porque no se explican, se ocultan. En todo caso, el mal es que en la guerra la responsabilidad se diluye y aparece la impunidad."

Tal como se presenta en las diferentes salas, la exposición se articula en torno a una serie de mapas que ponen sobre el triángulo de Cataluña los hechos históricos, en una serie de capítulos que apelan a un amplio abanico de emociones en la persona que los contempla. Los títulos de los mapas van desgranando las diferentes tragedias: el coste humano de la guerra, la represión en la retaguardia, la destrucción del patrimonio, la persecución religiosa, el sistema sanitario militar, bajo las bombas, el avance del frente y los flujos de refugiados, la acogida de los refugiados, los republicanos en los campos 1939-45, los barcos de la esperanza, los procesos sumarísimos... hasta el último mapa, ante el que acaba la visita, dedicado a las fosas y los desaparecidos. 

Después de la visita sigo charlando en un café próximo al Memorial Democrático con Jordi Barra. Y la pregunta es inevitable. ¿Qué es la memoria histórica? Jordi Barra se lo piensa y se hace, él mismo, una pregunta retórica: "¿Napoleón lo sería?", y acto seguido se responde: "No. Memoria histórica es el recuerdo de la historia reciente, que todavía nos marca, y que nos pone ante los ojos lo peor y lo mejor de la humanidad. Es la historia de la gente que conocemos. La historia a la que no hemos dejado que haga poso, que no hemos digerido. La imagen que se me ocurre es la de El Principito, la de la boa que se ha tragado un elefante. Es una historia que no podemos dejar de vivir emocionalmente. La memoria histórica es individual
aunque afecte a una colectividad. Es importante hacer que se transforme en historia, uno de los objetivos de la cual sería impedir que las tragedias se repitan."

Jordi Barra, acostumbrado a la radio donde hace muchos años que hace de comentarista teatral, habla a gran velocidad. De la memoria histórica pasamos al pensamiento crítico. "Es esencial. Especialmente en una época en la que no hay tiempo para la reflexión. Es esencial aprender a cuestionarlo y verificarlo todo. Una exposición como la de Víctimas (1936-1945) tiene un gran valor educativo justamente por eso. Cuando vienen institutos insisto mucho en que no importa cuáles sean las ideas que se tengan, pero sí, en cambio, que hay que estar dispuesto a cambiarlas, matizarlas. El pasado reciente no es en blanco y negro ... está lleno de grises, te obliga a pensar, reflexionar. Claro que también hay mucha historia envasada."

"Por ejemplo", continúa Jordi Barra,"en los momentos de conflictos graves aparecen los dilemas. Me encuentro ante una situación determinada y tengo que tomar una decisión. Una decisión a vida o muerte. Si hago una u otra cosa tendrá consecuencias. Porque, si te fijas, para que haya víctimas es necesario, en primer lugar, el verdugo y los colaboradores; pero luego están los espectadores, que se lo miran sin hacer nada; y finalmente están los que lo ven y actúan. Todos ellos han tomado una decisión que tiene consecuencias, para ellos mismos y para todos. La Guerra Civil y el Holocausto obligan a la gente a posicionarse ante dilemas terribles. Y, ya que la revista es de teatro, hay que decir que los dilemas son híper-teatrales."

Le comento que parece que, en los últimos años, el interés por la memoria histórica, en general, y la Guerra Civil, en particular, parece ir en aumento. "Es verdad, parece que haya un mayor interés por la memoria histórica", asiente Jordi Barra, "aunque diría que es un tema que siempre se ha mantenido y ha ido reapareciendo en las últimas décadas con diferentes enfoques. Antes la mirada era más testimonial, más documental. Pero lo que a mí me interesa más es que sea la gente joven la que se esté interesante ahora mismo por lo que pasó en la Guerra Civil. Es la tercera generación. La primera generación es la del silencio. La segunda generación es como si no fuera con ellos. La tercera es la que pregunta, que no acaba de entender, que reacciona, busca. Se están haciendo textos que recogen esta investigación, que empiezan en el presente y se hunden poco a poco en el pasado. Por cierto, los textos que están surgiendo y que abordan la memoria histórica no sufren de la banalidad de otros textos de la misma generación que hablan, por ejemplo, de los problemas surgidos de la comunicación digital, y que a mí me recuerdan a los del teatro de tresillo, como se llamaba, que en los años 50, 60, 70 abordaba los problemas de pareja."

Jordi Barra se incorpora a la revista Ítaca justamente como asesor en temas de memoria histórica. Hace muchos años que se dedica al teatro como comentarista y crítico radiofónico y como dramaturgo en colaboración, a menudo, con Gerard Vázquez. Siento curiosidad por saber cómo llegó al teatro. "Al teatro llegué de jovencito en la escuela, donde había un grupo amateur que realmente lo hacía muy bien y que yo admiraba mucho. Era en los Maristas del Paseo de San Juan, que tienen un teatro maravilloso. Allí hicimos obras potentes, Brecht, Priestley, Woody Allen ... pero nos echaron porque sacamos a escena a un cura borracho en la representación de Schweyk a la Segunda Guerra Mundial, de Bertolt Brecht. Esto era a finales de los 70 y quizá sí que condicionó mi vocación en todos los aspectos."
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