Una mujer no se compra Cuestión de honor, de Lutz Hübner, a Dau al Seco Para Àngels Bassas
Autor: Lutz Hübner. Traducción: Eduard Bartoll. Dirección: Carla Torres Danés. Reparto: Albert Roig, Candela Antón, Carla Abulí / Lidia Casanova, Pol Forment, Raül Ferré. Escenografía: Julia López y Melià. Vestuario: Mónica Elias. Diseño de luces: Laia Garcia Fernandez y Iker Rañé. Diseño de sonido: Iker Rañé. Producción ejecutiva: Mireia Isal Serna. Asistente de producción: Laura Seguí Masó. Diseño de cartel y fotografías: Julia Garcia Fuente.
Asisto a una función de Cuestión de honor, del autor alemán Lutz Hübner, en la sala Dau al Seco, con mi hijo de trece años. Los dos nos quedamos clavados en la silla durante una hora y tres cuartos atrapados dentro de un círculo teatral lleno de energía y dinamismo. Los espectadores (algunos muy jóvenes) nos sentamos alrededor de los actores que entran y salen, y juegan ante nosotros: escénicamente hablando y también con el uso de juguetes. Escenifican el coche de uno de los personajes, en Cem (Pol Forment) con un coche con mando a distancia, que da vueltas en el espacio. Un columpio que entra y sale con la maravillosa mirada naif y pura de la Candela Antón interpretando el personaje del Ulli. Una especie de muñeca, el Ellena (Carla Abulí) llena de vida y provocadora (el autor le puso este nombre pensando quizás en una Helena contemporánea?). Un círculo de tiza que dibuja ideas el suelo. Y una dirección que conscientemente ha trabajado con unos elementos sencillos como dos cubos, que nos permiten ver a los actores desde distintos ángulos. A mí, detalles como estos, llenos de naiveté, me encantaron. Porque me recordó que en el teatro todo es posible sin grandes escenografías, si hay un buen texto, y un buen equipo. Y considerando el espacio escénico como lo que es: un lugar de máxima libertad donde tenemos el privilegio de venir a jugar como actores para que los espectadores vuelen, se conmuevan, y se emocionen. Y encuentren en nuestro teórico "juego", un espacio no sólo de diversión sino también de profunda reflexión vital y filosófica. Nuestro lugar de encuentro de pensamientos y conexión como seres humanos. Es el teatro y en el arte en general donde estamos, precisamente, más libres. La obra tiene un trasfondo de clara crítica social o al menos es un retrato de jóvenes marginados alemanes, de familias de origen migrante turco, o mezclados con alguna "autóctona". Tan es ... ya que bien podrían ser también jóvenes de aquí o de otros lugares. Nos empotra en la cara la vivencia de lo que sienten, de sus confusiones, de cómo están de perdidos y de cómo los referentes de patrones patriarcales heredados los hacen equivocarse, frustrarse y confundir básicamente el concepto mujer ... por puta . O el de esposa ... por casta. Tuve una conversación interesante con mi nano después de la función para explicarle muy bien (lo que ya sabe, pero por si acaso ...) que no juzgue precipitadamente a una mujer sólo por su actitud aparentemente frívola. Que una mujer está en su derecho a divertirse oa utilizar su cuerpo, tal y como lo puede hacer un hombre. Y que una mujer es un rico conglomerado humano de sentimientos y pensamientos, al igual que un hombre, con las mismas condiciones y complejidad, y con los mismos derechos a erotizar oa pensar. Y que ojalá el término género desapareciera del diccionario como concepto que nos separa. Ya que en definitiva la amistad, el amor o el sexo deberían ser opciones que escogemos libre y conscientemente, independientemente de nuestra condición sexual. En la obra vemos actitudes machistas perpetuadas que esconden, en mi opinión, no sólo en ellos sino también en ellas cuando aceptan dejarse fascinar por la fachada del materialismo o la supuesta "protección" masculina. Los roles que se repiten de generación en generación: aquello de "hacerlas contentas", de complacerlas con regalitos, a cambio del derecho a muslo. O aquello tan aunque desgraciadamente erróneo y tan femenino, de dejarse comprar. Una mujer no se compra ni se vende. Un hombre tampoco. Sólo se estima un ser humano sin categoría o etiqueta limitativa, y no debería tener un "precio" sino un valor per se de nivel de alma. "Hablemos de género y de inclusión social", dice Carla Torres, la directora, en una entrevista. Mientras veo la función pienso que me está gustando mucho la puesta en escena, el ritmo y la energía potente que el espectáculo rezuma. No me entero hasta el final, cuando miro el programa de mano y me recibe la directora, que la cosa ha sido dirigida por una mujer. Lo que me hace sentir bien porque significa que tenemos voces femeninas importantes y enriquecedoras en nuestro panorama teatral. Una mujer que me recibe por cierto con una afable abrazo sin conocernos, y con la ilusión y la inteligencia marcadas en el rostro. El espectáculo es valiente, dinámico y tiene la fuerza de la gente joven con ganas de decir cosas. Y valdría la pena que dieran el salto a otra sala para poder exhibir más tiempo del espectáculo. Leo en una entrevista a Carla, que una enfermedad la dejó durante meses en la cama y esto hizo que "tuviera tiempo de pensar y sentir". Compartimos, Carla, sin saberlo que somos mujeres creadoras que han conocido la experiencia del dolor o una especie de pérdida de ti misma, por una enfermedad afortunadamente pasajera. Las personas que hemos pasado por eso nos comemos después la vida a bocanadas, a cada minuto y en cada rincón de existencia humana, y entendemos a Calderón de la Barca cuando decía aquello de ... "el mayor bien se pequeño, que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. " Y como tú, cuando me recuperé de la sacudida, decidí hablar en voz bien alta siempre que pudiera. Y seguir con entusiasmo y aún más fuerza, mi camino hacia la transformación social a través de mi trabajo. Emocionar con todos mis recursos, como actriz, como escritora, como docente, como madre y como mujer, para todo, de hacer ... pensar. Pensar. Como dices tú, el teatro nos permite "repensar" las cosas. Siempre he dicho que la ficción que vemos en un escenario o leemos en una novela no es más que el despertar de nuestra conciencia. Y el perfecto escaparate para decir precisamente, grandes verdades, disfrazadas de mentiras. Ficción y verdad. Hombre y mujer. Mujeres y cultura. Combinaciones que seguiremos luchando para que iluminen los escenarios y la vida. Àngels Bassas 28 de enero de 2020
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